Este 25 de enero de 2021 se cumplen 22 años del doloroso terremoto que azotó al Quindío, dejando más de 1.100 muertos una tarde de lunes de 1999.
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Los eventos de conmemoración de este año se verán afectados por la pandemia de Covid-19 y las limitaciones que los controles de bioseguridad conllevan.
Es por ello que las autoridades administrativas de la capital quindiana decidieron realizar la tradicional ceremonia eucarística, que cada año se realiza el cementerio Jardines de la capital del departamento, esta vez de forma virtual desde las 5 de la tarde a través de las redes sociales de la Gobernación y la Alcaldía de Armenia.
La gobernación además llevará a cabo dos eventos que son un conversatorio sobre la gobernanza en la gestión del riesgo y comprender y comunicar el riesgo de desastres de 9 a 12 del medio día en el Centro de Convenciones, y una ofrenda floral que será transmitida a través de las redes sociales de la gobernación del Quindío a la 1 de la tarde.
Las eucaristísa a las 7:00 de la mañana desde las redes sociales de la Alcaldía de Armenia y alas 7 de la noche en la iglesia San José, así como la oración del Santo Rosario a la 1:00 p.m. desde el barrio La Brasilia, uno de los mas afectados por el terremoto, serán otras actividades de esta fecha.
La huella del Terremoto de Armenia
El terremoto del 25 de enero de 1999 fue uno de los terremotos más devastadores de la historia reciente del país, pero a la vez permitió abrir una ventana al conocimiento detallado sobre la Geología del Eje Cafetero.
El acontecimiento representó una nueva mirada científica a los movimientos telúricos de la zona, pues permitió desarrollar estudios más profundos sobre las particularidades sísmicas de la región.
Así lo afirmó el geólogo caldense Carlos Alberto Vargas, citado en el portal universia.net.co. Vargas se empeñó, desde la tragedia, a conocer mejor la tierra sobre la que se asientan las vulnerables ciudades de esta región.
Una de las particularidades del seísmo del Quindío fue la profundidad del epicentro del movimiento telúrico. Según Vargas, la falla ocurrió a 16 kilómetros, muy cerca de la superficie, a diferencia de los eventos registrados anteriormente, los cuales ocurrieron entre los 80 y 100 kilómetros en lo hondo de la Tierra.
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Sacudidas como la de Armenia eran impensables antes de 1999, pues los anteriores registros (años 1938, 1942, 1958, 1969, 1979 y 1995) tenían rasgos muy distintos. “Hoy existe una percepción de mayor vulnerabilidad ante seísmos de poca profundidad en la zona.
Lo que hemos hallado, por lo pronto, es que la escala máxima que se podría presentar en la región es de 6.5 en la escala sismológica de Richter. Recordemos que la de Armenia fue de 6.2”, indicó.
“A partir de ese hecho se generó un esfuerzo nacional y regional entre Ingeominas, la Corporación Autónoma Regional del Quindío, la Universidad del Quindío y la Universidad Nacional de Colombia, entre otras instituciones, para realizar estudios sistemáticos en la región. De hecho, después del terremoto se instalaron medidores sismológicos.
Este es un recuerdo que siempre me acompaña donde perdí muchos amigos, pero a la vez comprendí lo importante que es la familia y que un pueblo unido es capaz de muchas cosas.