La fuerza silenciosa

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Las opiniones de los columnistas y blogueros son de su estricta responsabilidad y no representan la opinión de 180grados.digital

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Abogado especializado en derecho administrativo. Consultor de entidades públicas y empresas privadas como el departamento de Planeación de Cali. Ha sido agente fiscal de la Gobernación del Quindío, Gerente general de Subaru-Colombia, Sei-kou S.A. y Acsel empresarial S.A., entre otros importantes cargos

[/et_pb_team_member][/et_pb_column][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”4.7.7″ _module_preset=”default”][et_pb_text _builder_version=”4.7.7″ _module_preset=”default”]Ya es trivial y repetitivo que las redes sociales inciden el proceso democrático y los medios de comunicación dieron rápidamente el viraje digital, casi que si no está en internet no existe. Así que todas las fuerzas políticas tienen la obligación de hacer presencia en plataformas y poner al escrutinio ciudadano sus opiniones, propuestas e interacción para acercarse al votante.

Las elecciones en Colombia han venido consolidando un estilo particular, pues uno pensaría que el poder de la comunicación debería apuntar a educar al votante, a difundir el ideario de los actores políticos y las propuestas para gobernar, sin embargo, el modelo efectivo de las “bodegas” ideadas desde la campaña de Gustavo Petro irrumpieron en la escena para generar otro tipo de interacción

No dudo en usar el adjetivo “efectivo” puesto que logran con frecuencia ubicar el nombre de Petro en la tendencia digital del día, sin embargo, empezaron a configurar una especie de cyber cacería cuando surge alguna posición contraria o una opinión negativa respecto de este actor político.

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Hay que reconocer que la efectividad de la estrategia la hizo merecedora a que muchos otros actores políticos y sus seguidores que como en el caso del uribismo, se sumaran a ella creando bodegas propias y en conjunto, una especie de hordas cibernéticas que solo requieren de una noticia, un tuit de un influencer o cualquier excusa para encender el switch que no deja pasar ningún conato para actuar.

Sin embargo, detrás de ese melodrama especulativo de información del que también se nutren muchos periodistas o sus medios, hay personas que leen, que siguen y están todo el tiempo en función de esas redes sociales pero que sienten temor, pudor o repulsión a los incendios que se propagan por Facebook o Twitter, los que prefieren ser la fuerza silenciosa que al final del día sin necesidad de manifestar sus preferencias públicamente ejercen su derecho a elegir.

Los candidatos que le apuestan a encontrarse en el centro de la carga ideológica como Sergio Fajardo, De La Calle, Juan Manuel Galán, Camilo Romero, Antonio Sanguino, Iván Marulanda, Jorge Robledo, entre otros, traen consigo la mayoría de esa fuerza silenciosa, muchos seguidores de sus causas que no quieren ser vapuleados por el teclado de algún habitante digital de aquellas hordas.

 Y es que no se trata de la batalla argumental la que los hace ser silenciosos, sino el lenguaje pletórico de ofensas generalmente injustificadas o desproporcionadas de alguien que nunca han visto o conocido.

No es un asunto menor en un país que como el nuestro tiene más de 60 millones de teléfonos celulares conectados a la red, cuando la población total apenas supera los 50 millones de habitantes según en DANE (mas celulares que personas); donde diariamente se conecta casi el 70% de la población, es decir, unos 35 millones que en promedio pasan 6 horas conectados y son en su mayoría activos en redes sociales, destacándose Facebook con el 95%, whatsapp con el 93%, Twitter con el 55% e Instagram con el 77%.

Es decir que entre los llamados nativos digitales y quienes nos amoldamos a la digitalidad cotidiana, reside esa fuerza silenciosa que es la que tiene el potencial de generar transformación y sorpresa en el momento decisivo.

A lo anterior se suma que la interacción personal es de por sí deficiente en una era digital, y se ha limitado más aun por cuenta del Covid, convirtiendo las redes en el alter ego de muchos seres humanos.

Pero esto no es una diatriba en contra de las bodegas, es precisamente resaltar que fuera de ellas está la opinión de quienes no se dejan llevar por la corriente repetitiva de la palabrería, la fuerza invisible que desde el centro político, con los diferentes matices que se encuentran allí y vienen concientizando al resto de los electores de que no son las rencillas personales de los dirigentes las que permiten avanzar, sino los aciertos económicos, el respeto a la iniciativa privada, la transparencia, la generación de oportunidades, la visión planificadora y sostenible; la educación y en general, casi que lo que sea menos las pugnas personales.

Por mi parte soy muchas cosas menos silencioso, por lo mismo cuido las formas al momento de opinar, se puede decir mucho mientras no se recurra al insulto o la noticia falsa, por lo mismo he optado por cerrar algunos comentarios en redes con la frase ¡vénganse de uno por favor!.

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